December 14, 2009

After dark

...y vivimos en un mundo aparte. Un mundo que se desdibuja con el amanecer. Un mundo trasnochado.
Y sólo la luna conoce nuestros sabores, nuestros olores. Sólo tras puertas cerradas puedo verme, nítida, en tus ojos. Sólo con justificaciones y roles mediocremente representados puedo desnudar mis labios para ti. Para fundirlos con los tuyos, para absorber las promesas tácitas de tu aliento. Y es entonces, tras puertas cerradas y siempre antes del alba, que puedo sentirme brevemente tuya y puedo engañarme lo suficiente para creerte fugazmente mío.

¿Cómo decírtelo? Cómo hacerte ver que no es cuando hincas tus colmillos en mi piel cuando me pierdo en ti, ni lo es cuando tus manos me aprisionan sino cuando me guías por los colores de tu música, cuando las figuras en tu piel cobran vida a través de tus palabras y de mis ojos, cuando me llevas de la mano por los recuerdos que se desprenden de tu memoria. Cuando por un instante permites a tus sentimientos volverse líquidos y fluir para después congelarlos y pretender que no dejaron un rastro húmedo en nuestro camino. Y el suelo se debilita por un instante y luego olvida. Pero yo no puedo olvidar; ni puedo evitar querer andar sobre ese camino de suelo blando que, cuando no vistes tu armadura, aparece bajo nuestros pies.

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