September 04, 2008

Del silencio que no quiero escuchar

Hace tiempo que no necesito escribir.
Hoy no lo necesito pero me dieron ganas de hacerlo, porque francamente no sé cómo estoy.
Por momentos me llena el pecho una sensación alegre, liviana; como helio. Pero hay horas del día en las que los segundos se vuelven densos, rugosos, indigeribles; momentos en los que el helio se solidifica, insólitamente, convirtiéndose en rocas dentro de mí, haciéndome una con el suelo que solía estar a kilómetros bajo mis pies.

No hay soledad, no hay pertenencia. Sólo un escenario que modificamos a nuestro caprichoso antojo para sonreír una vez más. Un escenario en el que interpreto un personaje que se reveló al guión. Digo mis parlamentos pero hago completa omisión de las acotaciones que me miran fijamente desde el papel. Tú las sigues al pie de la letra; él es un silente espectador.

Las piedras pesan cada vez más.

Me recuesto sobre tu pecho pero sólo escucho la habitual música de fondo, la cadencia de mi propia respiración y un silencio que dista de la paz.
A veces tú no dices nada. A veces soy sólo una nube...

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