Y me descubro adicta a una realidad flotante, inexistente. Una realidad en la que los miembros esparcidos a mi alrededor, tibios y latentes, aún no presentan lividez. Sangran un mar de posibilidades.
Pero en este escenario; el de la realidad que me humedece los labios y me acaricia vaporosamente el cabello, el puñal ya no se hunde en mi piel. Las extremidades tragan su impedimento. Cesan de ceñirme, desisten en su abrazo.
Y el yugo se me vuelve quimérico.
Y te descubro conjurándonos etéreos.
Me descubro deseándonos más, me descubro echándote de menos.
January 17, 2010
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