Y hoy, sin querer, acaricié la realidad.
Una realidad mutilada o, quizá, una realidad cuyos miembros no se han atrevido aún a florecer. Una realidad que se me resbala de entre las manos cuando el puñal deja de hundirse en mi piel. Una realidad a la que poco a poco me vuelvo adicta y cuyas extremidades amputadas, ebrias de impedimento, me ciñen. Y yo... me voy perdiendo en el yugo de su imposible abrazo.
January 11, 2010
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