Y es que nunca ha habido ni un antes ni un después.
Siempre somos la misma marea embriagada del momento o la calma de un lago que muere despacio. Siempre somos la retina acuosa de un ciego y el tenue haz que de vez en vez lo esperanza. Siempre somos lo que sólo cabe en mis ojos al cerrarlos y lo que tus labios alcoholizados verborrean cuando te descuidas.
No somos sino el sueño del sueño de un sueño.
May 16, 2010
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