Sin quererlo y aún con toda alevosía, me regalas nuevamente una de tus dulces pesadillas. Me embarras los labios con un precipitado gusto a sangre amarga, oxidada.
Fornicas con mis más torcidos deseos sin siquiera rozarme. Y una vez más manchas mis dedos con palabras y me hundo entre las tumbas que recelan tu mirada.
Maldita oveja suicida.
March 18, 2010
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