June 21, 2010

Morada

De la retina acuosa de un ciego, como el sueño del sueño de un sueño, me desprendo, líquida, para rodar por su mejilla.
Me derramo pausadamente pues quiere echarme de sí mas me resisto.


En un descuido resbalo por su cuello. El ciego se pasa una mano violentamente por la mejilla para arrancarse la lágrima que ya no está ahí.
Me deslizo remarcando su carótida.

Me abandonan la fuerzas en su pecho; no puedo rodar más. Me detengo. He perdido liquidez pero no la voluntad.

El ciego se mira la huella que recogió con su mano. Se convence de que se ha deshecho de mí.
Yo me aferro a mi posición con recelo.

No me queda mucho tiempo.
Me estoy secando. Mi sabor se parece al de la derrota.

En un repentino giro, me siento absorbida por sus poros. Estoy dentro de su piel. Estoy dentro suyo.

...ya no hay marcha atrás.

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